lunes, 24 de marzo de 2014

Reaprender a volar.


Atiborrados de lo obvio, ametralladoras en sus arrasadas mentes.
Solo tienen ideología, dogmas y pseudovalores que atribuyen como su identidad.
Victimas del ruido mediático, se balancean como corderitos a la señal de sus amos.
Todos juntos, en fila.

Solo existe una dirección en la que encaminan sus vidas, su pensamiento acondicionado a los acomodos del poder dominante.

No ven más allá de sus narices, solo sirven para machacarse entre ellos. No les interesa nada más que lo que les han marcado como objetivo de vida, y ahí marchan.
Todos juntos, en fila.

Demasiado preocupados por sus ajetreos cotidianos, sus costumbres estresantes, sus ambiciones a ras de suelo, sus luchas ficticias, por la única obsesión de su mediocre vida, como la de ser el mejor de la granja y ser fiel a su amo.

¿Pero es que no se dan cuenta de que les están robando sus pensamientos, sus sentimientos, sus acciones, es decir, su vida?

La vida es demasiado maravillosa como para estar preocupados por falsas pre-ocupaciones y estúpidos miedos prefabricados que os mantienen en constante estado de animalización.

Somos mucho más que meros entes biológicos que vuelan bajo.

Por favor, probad a miraros hacia vosotros mismos, tomad verdadera constancia de lo que sois, luego mirad hacia arriba, atisbad vuestro horizonte y echad a volar hasta que os fundáis en  él.

 

miércoles, 5 de marzo de 2014

¿Dónde está el otro?

Siempre intentando dar lo mejor de sí, entregar lo magnánimo, la actitud correcta, el comportamiento excelso, la aplicación conductual del bien en relación con el otro.

Cuanto más se intenta practicar la idea del bien, más difícil es vivir.
Ves como la gente de alrededor te falla continuamente, obnubilados en sus burbujas egotistas e hipersubjetivistas donde solo existe su yo – un yo egocentrista y vivido para sí – en el que no existe el respeto ni el mayor ápice de empatía por el otro.

Ya no se atiende dedicadamente a la observación de las emociones y los silencios que procesamos las personas, simplemente solo nos percibimos (y de forma distorsionada) a nosotros mismos sin importarnos la expresión interna emanada del corazón de la otra persona.

Estamos regidos por un mundo en el que no nos han educado para convivir de forma humana, no vemos más allá de lo que nos dicta nuestra mente pervertida por el materialismo y el pragmatismo relacional utilitarista, el cual, nos delimita  a una interacción robótico-mercantilizada e instrumentalizada cuyas bases se asientan en el frío cálculo deshumanizado y en la consecución de objetivos cuyo único fin es el beneficio propio.
En la actualidad nos es imposible dar sin pedir nada a cambio, sin que esperemos un comportamiento del otro que nos beneficie, sin que ganemos nosotros.
Este modelo de sociabilidad es realmente vomitivo.

¿Dónde ha quedado el respeto por el otro?





Ojos cerrados.

Cada noche el insomnio hace presencia. Las perturbadoras corrientes del alma empujan en la nocturnidad del cuerpo.

La falta de actividad de éste, acrecienta el turbulento dinamismo del corazón.
Palpita fuertemente, como si algo estuviera a punto de estallar en el interior.
La tensión aumenta, fluye en avalanchas la angustia del fervor impaciente de la decisión.
Como el vaivén de las aguas, los pensamientos se balancean sin determinar un punto fijo. Vuelve a oscurecer, a nublarse la claridad, la luz titubea cual penumbra lúgubre.

Los ojos se irritan, la retina destella confusión. Las imágenes están borrosas, el cristalino desenfoca y pierde la nitidez de los momentos.

domingo, 2 de marzo de 2014

Oasis.


En el camino que atraviesas, a menudo aparecen oasis envueltos de un encanto que atrae a primera vista. Hay que ser realmente fuerte para que no dirijas tu atención sobre ellos.

Te impregnan con su dulzura aromatizante para derretirte y que accedas, sin pararte a pensar un segundo, a sus pretensiones.


Son realmente atrayentes, emanan excitación en cada halo de luz que irradian, es imposible resistir y no sucumbir a esos encantos.
Peor aún, es cuando has estado a punto de entrar en ese oasis y te has quedado delante de ellos, contemplando ese esplendor que deprenden.
Mientras estás ahí, imaginas como podría ser vivir en ellos, sentirlos, probarlos, unirte a ellos sin condiciones. Te alimentas de una idealización ferviente que acrecienta tu excitación, desbordando una pasión interna que necesita ser volcada en ellos.
Pero, sabes que tu camino no pasa por ellos, te alejas con un pensamiento de imposibilidad impotente y te frustras.
Siempre estás imaginándote en esos oasis de placer, en ese pasado moldeable en el que cambias tu realidad vivida, y en ese futuro idealizante, de aquello que anhelas alcanzar y que internamente sabes, que tu dirección es la contraria.
En efecto, mi dirección es otra. Yo camino por la pureza y sinceridad del presente, este es mi sino y mi firme voluntad.