domingo, 26 de octubre de 2014

Acéptate y encuéntrate.


Los improvistos acontecen cuando menos te lo esperas. Los designios se esparcen en el albor del universo, sin dejarse conocer, solo sintiendo sus efectos en nosotros.

¿Dónde empieza nuestra verdadera realidad?

Aquí en la materia simplemente llega la imitación, la copia de lo iniciado en los mundos sutiles.
¿Quién maneja el mundo sutil? ¿Creamos nuestra realidad con nuestros pensamientos o son otros seres que crean su realidad propia en la que estamos inmersos, y por lo tanto, no es nuestra, sino suya? ¿Acaso pertenecemos  a un ser que nos piensa, que nos imagina y que nos convierte en un mero reflejo fractal de una posibilidad, entre infinitas, de su propia conciencia-esencia?
Nuestro mandato es observar, comprender y aceptar  la lógica del mundo divino y vencer sus designios en el mundo denso de la materia.
Aquí todo es distorsionado, falseado e ilusorio. Por eso debemos estar lo más conscientes posible, para encontrar  el verdadero diamante oculto en el barro que envuelve nuestra atmosfera.

¡Deténte y deja de buscar!

¡Acepta lo que eres y encontrarás!

Río íntimo


 Más allá del río, se sumerge la tranquilidad de lo hondo. El navegar calmo del agua que se mantiene  imperturbable ante las corrientes que presionan desde la superficie.
Su fortaleza estriba en ser fiel consigo mismo, en no permitir el acceso del otro en sí mismo.   Se mantiene receptivo pero sin mezclarse, solo se apropia de los elementos que lo sirven para el alimento de su ser en quietud.
La plenitud adviene con el sosiego, concentración, serenidad, atención, ecuanimidad y  desapego ante lo superfluo de las imposiciones culturales vigentes que nos someten.

Lo profundo del río, va más allá de su propio arquetipo. No admite miradas ajenas en su interior.
Hace lo que tiene que hacer, está donde tiene que estar, dice lo que tiene que decir y suelta lo que tiene que soltar.

lunes, 20 de octubre de 2014

Profundidad memorial.


Los recuerdos suenan en el vibrar de la sangre. Fluye la memoria del retorno continuo de lo mismo. Situaciones repetidas que vivimos de forma distinta, probando diferentes papeles cada vez.
El reencuentro con uno mismo te lleva al abismo de lo absoluto, es la puerta de entrada a la infinitud del universo.

Conocerte a ti mismo es la mayor aventura a la que uno se puede adentrar.
Al acceder a lo completamente desconocido, descubres aspectos de ti mismo que jamás pensabas que los tendrías.

La costumbre, el hábito y la rutina se esfumarán del camino, apreciarás la peculiaridad de cada instante de tu vida, todo será novedoso, sorprendente y asombroso en tu nueva percepción.
Redefine tu puesta de sentido. No mires más hacia el exterior, dirige tu mirada hacia ti mismo, sumérgete en tu océano interno y déjate llevar por tus profundidades.