Nubes
de polvo destornillan los tapones que cubren nuestros oídos. El silencio que
asola nuestra calma se está tornando en un terror incontrolado de odio.
Acumulando
nuestra ira, como liquido hirviente en ebullición, a punto de explotar del
recipiente. Estamos rebosantes de energía. De poder. Reservando
nuestras habilidades para el gran acto: la gran culminación del camino que
estamos construyendo.
Caminamos sin parar, sin pausa, con tremenda carga sobre nuestras espaldas, con espeluznante dolor en nuestros pies.
Siempre la cabeza alta, mirando hacia el horizonte, atisbando rasgos de luz dentro de la nublosa calima.
Podemos
alcanzarlo, debemos conseguirlo. Pero primero, cubriremos nuestros ojos hasta
que la tormenta nos inunde de barro.Caminamos sin parar, sin pausa, con tremenda carga sobre nuestras espaldas, con espeluznante dolor en nuestros pies.
Siempre la cabeza alta, mirando hacia el horizonte, atisbando rasgos de luz dentro de la nublosa calima.
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