Carne barata
caminando entre sí, sin atender a aquellas características que les hacen decirse
sobre sí mismos.
Al igual que
sombras de humo, se esfuman del sufrimiento y el dolor.
Siempre padecen la necesidad de obtener placer inmediato, si algo requiere unos segundos más de su simple existencia, lo desechan hasta el fin de esta.
Siempre padecen la necesidad de obtener placer inmediato, si algo requiere unos segundos más de su simple existencia, lo desechan hasta el fin de esta.
Pereza,
languidez, simpleza, facilidad, cortoplacismo, vaguería, laxitud, holgazanería,
imitación, pasividad, pasotismo, hastío, aburrimiento, vaciedad, desgana,
desinterés.
Estas son las
características más definitorias del individuo medio perteneciente a la masa
atomizada del siglo XXI.
¿Cuándo haremos
algo digo de nuestra naturaleza?
Aniquiladas
todas nuestras virtudes, nos queda la nada, o lo que es lo mismo, la búsqueda desesperada
del vacuo placer externo.
Nos queda
atender a nuestros estímulos prefabricados para animalizarnos en seres de la
esclavitud laboral y del “folleteo anti-erótico”
con los que comernos las migajas del putrefacto nutriente de la frustración constante
y crónica que padecemos.
Hemos de decir
basta y recuperar las virtudes que constituyen lo humano.
Honestidad, Justicia,
fortaleza, magnanimidad, templanza, convivencialidad, prudencia, modestia,
sublimidad, belleza, bondad y la más importante: VERDAD.
Unamos nuestras
energías para establecer una ruptura con la cosmovisión y estructura del
sistema actual y convirtámonos en un ser integral cuya existencia sea conforme
a la naturaleza, a la cual, nosotros pertenecemos.
Retornémonos a
ella y agradezcamos que nos dé esta maravillosa experiencia de estar vivos y de
existir.
Somos luz,
brillemos.
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