Hoy los individuos que
vuelan hacia lo alto, que destacan, que se proyectan a lo elevado, están
denigrados, marginados, expulsados del sistema imperante.
No tienen cabida, son unos parias, unos inadaptados a la dinámica de la bajeza infectante de la mediocridad actual.
Se introduce por todos los orificios del ser humano, como si se tratase de un virus inyectado de odio, destrucción y muerte del ser humano.
Lo grandioso y excelso del ser humano, es la gran diversidad que contiene y comporta en la esencia constitutiva de sí mismo.
La riqueza de distintos elementos configurantes de lo humano (lo que integra la virtud de nuestro ser), es lo que nos hace deslumbrar, vibrar alto, brillar, crear, elevar nuestro sentir, recuperar la esencia divina de lo que somos, es lo que nos hace ser espíritu.
Pero a esta sociedad parece que no le interesa que potenciemos, o saquemos a relucir nuestro componente “espíritu”, sino que solo utilicemos el “animal”.
No tienen cabida, son unos parias, unos inadaptados a la dinámica de la bajeza infectante de la mediocridad actual.
Se introduce por todos los orificios del ser humano, como si se tratase de un virus inyectado de odio, destrucción y muerte del ser humano.
Lo grandioso y excelso del ser humano, es la gran diversidad que contiene y comporta en la esencia constitutiva de sí mismo.
La riqueza de distintos elementos configurantes de lo humano (lo que integra la virtud de nuestro ser), es lo que nos hace deslumbrar, vibrar alto, brillar, crear, elevar nuestro sentir, recuperar la esencia divina de lo que somos, es lo que nos hace ser espíritu.
Pero a esta sociedad parece que no le interesa que potenciemos, o saquemos a relucir nuestro componente “espíritu”, sino que solo utilicemos el “animal”.
La sociedad de hoy, nos
exalta la ruindad de los instintos y
placeres corporales, la ínfima tolerancia de la pérdida y de la frustración, nos condena a un estado de agresividad,
violencia, ansiedad y depresiones cronificadas por la obligación de
satisfacción inmediata de nuestros deseos teledirigidos, la existencia de un ruido incesante y
ataladrador de silencios propio del libre-pensamiento del ser interno, culto al
dinero y aleccionamiento en la concepción competitiva, de enemistad, de
comparación, de envidia, de
jerarquización y valoración asimétrica según la apreciación material
estandarizada de la cultura dominante, donde la rapiña y hundir al que te pueda
“hacer sombra” (el que destaca) es la premisa básica, nos infieren la sensación
de libre elección, pero que es “realmente ficticia”, siendo peleles embotados y envilecidos que
proclaman a sus dueños más esclavitud y una mayor dosis de droga-soma y
entretenimiento vacía-mentes, para seguir creyendo que viven en el mejor de los
posibles mundos.
Esta sociedad, nos “iguala”
en lo bajo, en lo mísero, en lo animalesco y zoológico. Nos han constituido
bajo la homologación de un ser que se constituye por la negación de sí mismo,
es un no-ser, un animal que solo existe para producir, consumir y follar.
No racionaliza su existencia en un sentido puro y profundo, que contenga ideales trascendentes. Simplemente se guía en la inmanencia de su languidez corpóreo-deseante, obnubilada por la imposibilidad de concebirse a sí mismo como un ser consciente y dueño de sí mismo.
Todos con las mismas cabezas huecas vacío-parlantes y esclavos asalariados que celebran su propia esclavitud, para poder gastarse la miseria que les han dado, para consumir planificada y condicionadamente el “distintivo” objeto homogeneizado susceptible de ser consumido (indumentaria, ocio basura, coches, “turismo obligatorios”…) que, para más inri, aquel individuo que ha adquirido aquello que “deseaba”, promocionará gratuitamente (con orgullo) dicha marca de aquel objeto anhelado.
No racionaliza su existencia en un sentido puro y profundo, que contenga ideales trascendentes. Simplemente se guía en la inmanencia de su languidez corpóreo-deseante, obnubilada por la imposibilidad de concebirse a sí mismo como un ser consciente y dueño de sí mismo.
Todos con las mismas cabezas huecas vacío-parlantes y esclavos asalariados que celebran su propia esclavitud, para poder gastarse la miseria que les han dado, para consumir planificada y condicionadamente el “distintivo” objeto homogeneizado susceptible de ser consumido (indumentaria, ocio basura, coches, “turismo obligatorios”…) que, para más inri, aquel individuo que ha adquirido aquello que “deseaba”, promocionará gratuitamente (con orgullo) dicha marca de aquel objeto anhelado.
Los valores de trascendencia han quedado vetados
en la sociedad de hoy, ya no somos espíritu, esto se elimina, se aniquila, se extermina.
Lo que se valora actualmente, es parecer y ser un cacho de carne homogéneo al resto de zombis atomizados, obedientes, sumisos, sin libertad de conciencia, ni voluntad propia, cuyo fin instrumental, es sobrevivir para la obtención de una limosna y entregársela a las multinacionales a cambio del nuevo modelo de “Smartphone”.
Lo que se valora actualmente, es parecer y ser un cacho de carne homogéneo al resto de zombis atomizados, obedientes, sumisos, sin libertad de conciencia, ni voluntad propia, cuyo fin instrumental, es sobrevivir para la obtención de una limosna y entregársela a las multinacionales a cambio del nuevo modelo de “Smartphone”.
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