viernes, 21 de septiembre de 2012

Viento vacío.

Contaminando la reacción cuando estamos con los demás, mostrando un enmascaramiento de lo que en la profundidad sentimos.
Los momentos se comportan de forma cíclica, el perfeccionamiento de lo que somos se convierte en la imperfectibilidad de lo que creemos que somos.
El tiempo se acelera en lo que nos queda por escapar, impregnado por la hérmetica inquietud en la que nos encontramos.
Vuelve la figura apolínea, con sus lineas y formas envolviéndose en apariencia, encasillándose dentro de la falsa percepción de lo que podemos ser.
Llegó el estupor de levantarse y dirigirse hacia la altitud de las tablas balanceantes de las que nos servimos para no mirar atrás.
La venda del recorrido extenuante, no nos permite mirar hacia adelante, dejándonos imbuídos por la captura de las energías que nos hacen atisbar el polvoroso viento que ciega nuestros ojos, los cuales, no consiguen humedecerse al contemplarlo.

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