Notas la urgencia de parar y mirar al frente, de tener solo un minuto para respirar y acariciar la brisa de los nuevos vientos.
Los soplidos te atormentan, sabiendo la necesidad de cambiar.
Pensando como el paso del tiempo, hace desaparecer, lo que creías que algún dia estaba seguro.
Ahora se torna en un giro brusco y rupturista en el que se asoma el precipicio, que por más que intentas saltar, tus miedos infundados, tu timidez y falta de experiencia te atrapan en el pasado, en el arraigo de lo ya conocido, de lo que tienes constancia.
Cambia la dirección del aire, estás quieto en el borde, pierdes el equilibrio y te tambaleas hacia direcciones que están fuera de tu alcance.
Cuando crees que dominas lo novedoso, otro revés te cambia el rumbo que tenías prefijado, transportándote a un camino que se vuelve cada vez más estrecho, donde las posibilidades se agotan, donde te das cuenta que los esfuerzos son baldíos, donde los sueños se transforman en inacabados relatos de insomnio, donde solo te queda una sola oportunidad, seguir hacia adelante aceptando lo que tenga que venir.
Quedan los últimos resquicios de lo infinito, comienzan los retales de lo eterno.
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