jueves, 17 de abril de 2014

Cruzando el océano.

Lo estamos cruzando juntos. Una travesía  doliente, zarandeada por los embistes del desánimo, de la dureza del entorno.
No nos acompañó la calidez que previmos, surgió tempestad, viento en contra y demasiadas gotas afiladas atravesando nuestra entereza.
 
Nos debilitamos a las primeras de cambio, a la primera piedra encontrada en el camino, quizás, nos faltó resistencia y creer en nuestras posibilidades.
 
Intentamos surcar el océano. En su mitad, nos dio verdadero pánico y decidimos parar en un islote de estructura pedregosa y dudosa firmeza, como si fuera  un salvavidas temporal, pero en realidad, ¿Ver la tormenta desde fuera era la mejor opción?
 
Nuestro islote se hundía cada vez más, y nosotros, sin escapatoria, intentábamos hundir nuestros pies lo más fuerte que pudimos, con el único fin de eludir el gran estruendo de tempestad que nos esperaba.
 
No hubo otra opción, tuvimos que volver a mojarnos y afrontar nuestros miedos en la enormidad del océano.
 
Solos ante el peligro, nos vimos desnudos, sin opacidades ni distorsiones de ningún tipo, avanzando sin apenas respirar, con el  rostro afligido y el corazón amurallado para que no penetrara más sufrimiento.
 
La situación se volvía más endeble, un vaivén de emociones que emanaba una furiosa brisa de abatimiento. Nos quedamos sin fuerzas, sin la pasión que nos hizo empezar este viaje,  sin voluntad para seguir navegando entre las olas de nuestros sueños.

Nuestro plácido viaje se había vuelto en un tornado de adversidad e intolerancia a nuestra apacible calma.
 
Ahora, en medio de las inclemencias del entorno, estamos más fuertes que nunca, más preparados que cuando comenzamos, mucho más nutridos y experimentados, con muchas más ganas de demostrar lo que en realidad somos.
 
Nos empapamos de su sudor, de su coraje, de su fragancia, nos impregnamos de su vitalidad, de su vigorosa fuerza, nos contagiamos de su entusiasmo e ilusión. Ya no podrán con nosotros, no nos conseguirán parar, lograremos cruzar el océano.
 

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