Diminutos temblores de pasión.
El frío se vuelve un mar de frustración.
No existen equilibrios termodinámicos que autoregulen lo improvisado.
Cálculo exacto refieriéndose a la andadura de la máquina.
Minutos de inactividad volátil.
Asustados de la impasividad en el movimiento.
La presencia del espacio nos atemoriza.
El volumen de nuestra capacidad nos apaga.
Nunca lucirá el intermitente que indique la dirección opuesta.
Siempre hacia adelante, adelante, adelante...
No hay comentarios:
Publicar un comentario