Ensañado en la pereza de lo inquieto.
Instalado en el servil compás del fluir inmenso.
Sin mostrar voluntad, resisto a la mutación.
El vaivén del sonido se engarza con la quietud del silencio.
Lo iluminado se presenta entre la dualidad de lo visible, entre el camino del ostracismo de lo imperceptible.
A veces, inundo las orillas de claridad y otras de oscuridad, pero el silencio es una constante de presión interna.
Se está acercando una desgarradora afrenta, y yo sin conseguir escuchar lo tangible.
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