Nuevos aires rozan mi cara. Nublan mi vista. Empujan con ráfagas de solemnidad mis párpados.
Me empuja hacia lo más interno de mí. Lo busco desesperadamente pero los ruidos externos me distraen de mi mismo.
Tengo ansiedad por apartar el estado de inconsciencia al que estoy sometido en las rutinas diarias que me han sido impuestas. A través, de la mediatización de mi otra mente, la cual, está manipulada por las condiciones foráneas de la expulsión de mi mismidad.
El aire que azota mi piel, no consigue transpirar hacia su reverso interior. Su impermeabilidad hace de coraza impenetrable, convirtiendo mis ansias en mero hermetismo sin dirección.
Algo desde lo más profundo de mí, ha dicho basta. Quiere respirar la luz, la misma que se está apagando en mi percepción construida desde la materialidad conceptual que me envuelve externamente. Ese algo está fluyendo centrípetamente, recorriendo a la inversa de lo conocido hasta ahora.
Noto que el aire externo, está erosionando mi percepción petrificada de la realidad para agrietarse en un mundo entero de liberación.
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