Ahora mismo la encrucijada se hace palpable. Sus húmedas gotas de angustia y ansiedad se tornan patentes en el epicentro de mi cognición.
¿Qué pienso? Todo. Proyecciones insulsas e incompletas que nunca llegaré a realizar.
¿Qué decido? Nada. La corriente de acontecimientos te arrastra sin que tu puedas cambiar el rumbo.
Cuando crees tener la certeza de llegar a la orilla, nadas y nadas hasta hundirte en el primer chapuzón.
No veo nada claro. Incertidumbre total, completa. Un horizonte lleno de abismo que no acaba más que comenzar.
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