lunes, 30 de diciembre de 2013

El MODELO DE ANTI-HUMANO ACTUAL.

En esta distracción constante en la que no dejan concentrarme ni un solo segundo en mí propio ser. Cada vez estoy más alejado del centro en el que enraicé física y culturalmente.
Me encuentro sumido en la decepción de la desligadura que por observación empírica del rostro social en el que estoy insertado,  parece ser que solo tengo yo.
Me atormenta la idea de seguir estando entre animales domesticados que no comprenden la idea de humanidad.

Mi mente no deja de pensar constantemente en ella. La defino como respeto por el otro, incluyendo su situación como individuo en el contexto de relación en el que TODOS estamos inmersos con otros (por lo que la idea de “humanidad” debería estar integrada genéticamente en nuestra constitución como seres humanos).

Pero me surge una duda:  ¿A través de la imposición cultural de sumisión del ser humano, a lo largo de las generaciones, ha desprovisto de su ADN, la idea de humanidad?.
Parece ser que así es. Siempre he tenido un conflicto dicotómico entre lo biológico y cultural. En este sentido, he sido partidario (tal vez por defensa del ser humano, y en concreto, de mí propia existencia) de una totalización del condicionamiento y moldeamiento social y cultural  del ser humano, a través de la institucionalización de nuestras vidas.  Por lo cual, yo supuse que las tres dimensiones que componen  nuestra esencia (pensar, sentir y  actuar) se caracterizaban por esa manipulación enfermiza del poder institucional y los instrumentos “comecocos” que nos tragamos cada instante de nuestra aparición en la escena individual y social (es decir, siempre).
Pero  ¿Qué pasa si en realidad, ese “poder institucionalizado” es un reflejo de lo que somos nosotros? ¿Acaso vivimos en una sociedad enfermiza porque nosotros estamos (o somos) enfermos?
Pues está pregunta la respondo rotundamente, Sí. Estamos y somos unos enfermos.

Quizás los valores inhumanos,  asociales e individualizadores “extremos” conformados en la doctrina neoliberal que impregna todos nuestros poros mentales y corporales ( que desde mi punto de vista, paradójicamente comenzaron con la corriente “humanista”) sea una extensión de lo que en esencia y en existencia somos. Y sí, somos responsables de ello.
La cosmovisión que tenemos de lo que vemos, está “zombificada” por nuestra propia inacción y nula corresponsabilidad,  tanto con los demás como por nosotros mismos.
No cuestionamos, no contrariamos, no discernimos, no diseccionamos las concepciones y realidad de nuestra propia “realidad” (la vivencia de un sistema vomitivo y enfermizo). Nos dejamos llevar por la unicidad de criterio y el preestablecimiento mental de nuestra existencia.
Estamos conducidos en masas despersonalizadas, en una conciencia-mundo en la que el pensamiento individual ( un “yo” inducido y controlado institucionalmente) es el predominio más absoluto de los absolutismos y despotismos totalizadores que ha habido en toda nuestra historia como humanidad.
¿Qué coño nos pasa?  Esto es una guerra prefabricada en la que nos han aniquilado ya. Estamos perdidos.
Ya no nos controlan solo en la exterioridad de las formas  políticas, económicas,  sociales, culturales e ideológicas, si no que se han introducido en lo más interno de nuestra esencia y la han convertido, la han transformado en lo que ellos han querido. En un modelo de humano anti-social y aborregado en su perversa maldición individualizada impregnada de un criterio únicamente productivo, cuyos frutos no son ni para él ni para la colectividad de él. (Además de la capacidad de aniquilación creativa que padece en ese proceso).

Pero nosotros no hemos hecho nada para ahuyentar su necesidad controladora, si no que nos hemos dejado embaucar por una vida de aparentes y falsos placeres acomodados y confortables, primando nuestra seguridad (falsa percepción de la misma: Estamos en el momento más inseguro  de toda nuestra historia) en oposición a nuestra libertad.
En este momento de la historia, no tenemos ni libertad individual ni colectiva. Nos están arrebatando la individual, pero ¿la colectiva? Esa nunca la hemos tenido. Quizás, el hecho de que nunca  hayamos saboreado la libertad colectiva, es que no podamos comprender el respeto hacia el otro.
Esto  suceda cada vez más de una manera más brutal, sobre todo cada vez que intento abrirme hacia el otro.
En ocasiones, dejo de lado estas  demoníacas reflexiones e Intento materializar la idea de humanidad (respeto por el otro) pero ¿Qué me encuentro?

Siempre es la misma sensación. Desconfianza, desdén, distancia, pasotismo, desinterés, indiferencia y desconocimiento del sentimiento de empatía por el otro, los cual,  atenaza mi apertura a las relaciones sociales y hace cerrar, como si de un portazo en mi propio ser se tratara, toda posibilidad de humano que aún queda en mi enferma mente (después de todo el adoctrinamiento de manipulación mental de la educación obligatoria y los mass media).
La sensación de abatimiento impregna todos mis sentidos y me está convirtiendo en ese ser asocial que tanto detesto. Si esta es la sociedad en la que estoy viviendo, si este es el modelo de humano que nos quieren imponer y que nosotros aceptamos sin rechistar, yo me declaro un humano anti-humano.

REIVINDICO MI ANTI-HUMANISMO: Rechazo de forma frontal al modelo de humano actual.

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