El
individuo actual se caracteriza por poseer una capacidad de raciocinio ínfimo,
una conformidad plena con la realidad ficticia en la que vive y una nula
inquietud en la búsqueda de la verdad.
Ni
siquiera se da cuenta de que los placeres de los que aparentemente disfruta son
regalos envenenados que sirven para su auto destrucción.
Una
autodestrucción que viene prefabricada por los aparatos del poder y que se
imbrica de forma brutalmente interiorizada en el individuo.
Este
hecho hace que en la actualidad, el individuo viva en el sistema más opresor de
la historia de la humanidad, ya que, no solo por el poder descomunal del
sistema de dominación, si no porque el principal censor de la vida humana es el
propio individuo.
Un
individuo totalmente subyugado a ideologías destructivas de lo humano, que
embotan y envilecen sus mentes, que mecanizan y automatizan comportamientos
robotizados (que están diseñados desde la élite hegemónica), cuya preocupación
en la vida se torna unidimensionalmente a la satisfacción de las necesidades
más primarias y primitivas, envueltas de un hedonismo hiper-consumista, que
propugna el culto a un absolutismo totalitario de materialismo chabacano y
banal, a través de una mediatización teledirigida que controla la pulsión del
inconsciente individual y colectivo hacia una cosmovisión vital animalizada o
zoológica.
Nuestro
plazo para cambiar este sistema se está acabando y nosotros seguimos
apropiándonos del papel de víctima y echando la culpa a los “otros”.
Siempre
igual, nosotros fuimos “personitas sin conciencia” que nos han engañado con un
juego que nos daba mucho “gustito”, pero que ya el papaíto Estado (y su retoño,
el capitalismo) se ha cansado de cuidarnos y ha dicho basta.
Y
nosotros, ¿Hemos dicho basta?
No,
rotundamente no.
Smos
neo-esclavos que aman las cadenas de su amo. Nuestra capacidad de conocer la
verdadera situación en la que estamos, es de una ceguera atroz.
Salimos a la calle como cabestrillos desorientados que recorren una y otra vez el mismo camino que les ha enseñado su amo, y no es que tengan miedo de salir, si no que no tienen constancia (y ni siquiera se lo plantean ni se lo imaginan) de que existe otros caminos en el que podremos caminar sin cadenas, seremos libres para explorar todas nuestras capacidades.
Salimos a la calle como cabestrillos desorientados que recorren una y otra vez el mismo camino que les ha enseñado su amo, y no es que tengan miedo de salir, si no que no tienen constancia (y ni siquiera se lo plantean ni se lo imaginan) de que existe otros caminos en el que podremos caminar sin cadenas, seremos libres para explorar todas nuestras capacidades.
En
la actualidad, el individuo solo tiene aspiraciones materiales, las cuales, se
concretan en un economicismo total de la vida.
La
economía y, concretamente, el dinero (la figura central que en la actualidad
rige la conducta humana, tanto interior como exterior) son la centralidad de su
existencia, por lo tanto, el individuo actual ama sus cadenas, ama la
esclavitud.
Un
claro ejemplo de ello, es la
obcecación en encontrar un trabajo sea
como sea, fuere como fuere. Todo en esta vida se resume en tener un trabajo
asalariado con el que obtener un mísero salario, que ni siquiera llega a
satisfacer la totalidad de las necesidades vitales, e incluso antes de satisfacer
dichas necesidades, su prioridad es pagar y pagar y pagar y pagar y pagar, los
impuestos y tributos que los “señores estato-capitalistas” les imponen y ellos, como norma de conducta,
acatan sin rechistar.
En
este momento en el que el sistema de dominación está mostrando atisbos de
debilidad, se están preparando las condiciones objetivas para realizar una
actuación revolucionaria para dar el
paso y preconizar un cambio sistema hacia otro donde el aparato estatal-capitalista
sea ausente en la totalidad de la vida humana y exista una sociedad
autogestionada donde predominen las banderas de la libertad, de la justicia
social y de la existencia de la VERDAD.
Estamos
cerca de llegar a un punto sin retorno, no nos limitemos a exigir medidas
reformistas de carácter economicista-llena estómagos y luchemos por una
verdadera sociedad donde existan ideas y una ética que integre lo constitutivo
del ser humano: el camino hacia una
sociedad de la verdad y espiritualidad humana.
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