Las
palabras se las lleva el viento. Son una torpeza involutiva con las que creamos
nuestra errónea y distorsionada realidad.
Los
sentimientos que acompañan a esas palabras, son lo verdaderamente importante,
el contenido oculto que llevan aparejados es lo esencial para entendernos y
comprendernos.
La empatía y la conexión vibratoria entre nosotros, es nuestra única esencia, el rastro de nuestro carácter telepático perdido en los albores del tiempo.
La empatía y la conexión vibratoria entre nosotros, es nuestra única esencia, el rastro de nuestro carácter telepático perdido en los albores del tiempo.
Mirarse
a los ojos es suficiente. Solo con una mirada frente a otra, el corazón se
mueve en espiral conectándose con lo más profundo de nuestro ser y recorre nuestra memoria para aprehender, recoger
y traer a nuestro instante presente, ese
recuerdo que nos evoca el magnetismo visual que surge entre nosotros.
Las
palabras sobran. Son un obstáculo para el entendimiento del ser. Cuanto menos
se hable mejor, cuanto más se escuche, mucho mejor.
La
clave está en escuchar, para recordar, y después, aplicar.
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