No hagas caso a lo que te ordenen desde arriba, desenchufa el cable que te conecta a sus productores de realidad y crea la tuya propia. Experimenta y vive tu propia vida, no la de otros.
Que nada ni nadie te condicione nunca. Simplemente cede ante los otros cuando tu voz interior brote tu conciencia ética para trascender la máscara que utiliza tu personalidad artificial. Solo así, te fusionaras con los otros sin remilgos ni reticencias, pero nunca pierdas tu individualidad en el proceso.
Siempre
debes hacer gala de tu carácter único, irrepetible, singular, auténtico y brillante
con el que enriquecer tanto tu propia realidad como la de aquellos con los que
nos relacionamos. No
te angusties, ni te encierres en tu caparazón de odios, rechazo, envidias,
celos, codicias, rencores…
!Maduremos de una vez!
Todos, sin excepción, representamos las proyecciones de cada uno de nosotros. Unas veces tú eres yo, y en otras ocasiones yo soy tú, pero...
¡Siempre
somos todos!
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