viernes, 28 de septiembre de 2012

Destino acelerado.

Repetido hasta la extenuación, el difuminado rostro de una nueva etapa encarnada en el viejo convencimiento de que nada servirá para nada.
Sumido en lo hondo de las posibilidades, buscando cualquier elección que convierta la impasible impasividad de la imposición edulcorada en simple imperfección.
El fluir del devenir se acelera a pasos agigantados, escribiéndose de matices aún imperceptibles, los cuales, me ahogan en una eterna duda a la que afrontar mi confrontación de la curiosidad, en la sufrida ficción que nos toca inventarnos.
Las opciones estan hechas de determinismo preestablecido, que hace establecerme en la mitad del camino, en el medio del contorno del círculo, en el escepticismo de todo lo que me rodea.
Quedarme donde estoy, sin noción de percepción, sin recibir inyecciones de intromisión, solo penetrándome en mí mismo, relativizando en la dualidad del absolutismo de mis
convicciones, donde la desaceleración acelerada del tiempo, me hace tener una sensación de estar huyendo en una vuelta constante.

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