Pausados pasos consiguen suspender el tiempo, parando toda la dinámica que nos embulle.
Hechos de materia degradada y pangiforme, perecederos, de un intento fallido, en el fracaso de una idea de perfección.
Solo el aire fluye por nuestras venas, están hinchadas de particulas que se acumulan en el olvido de sus paredes.
Mirándonos cada día en el espejo, pensando en traspasar la frontera hacia otros mundos, con la meta de deambular por el universo tangencial, lo constituyente de forma paralela a nuestro ser primario, que no es más que el reflejo de nosotros mismos en el reverso de nuestras decepciones, las cuales, nos niegan el placer de conocer otros caminos, esos que nos llevan a cruzar el espacio-tiempo, donde un halo de luz, ilumina nuestro pecho, presionando hasta ahogarnos.
Nos quedamos ciegos, sin ver más alla de nuestra consciencia.
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