El
vacío se expande recorriendo cada milímetro de su cuerpo. Inunda todos sus pensamientos,
todas sus acciones.
No
entiende el porqué vino aquí, su misión en este plano.
Parece
como que le pesa esta densidad, es demasiada carga.
Los
límites son rígidos, las posibilidades están condicionadas, los hábitos son
rutinarios, el día a día se hace cada vez más extraño.
Se
da cuenta de que no es aquel quien le habían dicho que era, sino otra cosa que
es mucho más, que desprende amor y vuela traspasando la solidez y lo aparente.
No
se adapta al mundo de las apariencias, no se adapta a su sombra. Es demasiado
oscura, la luz no la abarca en su totalidad.
Intenta
aceptar cada instante de su vida, pero es una empinada cuesta hacia arriba.
Las rodillas flaquean, y la dirección se empieza a torcer. La mochila en su espalda aplasta literalmente sus ganas, su alegría, su motivación por llegar a la cima.
Las rodillas flaquean, y la dirección se empieza a torcer. La mochila en su espalda aplasta literalmente sus ganas, su alegría, su motivación por llegar a la cima.
Supone
que si sigue aquí, es porque lo eligió voluntariamente y quiso realizar algún tipo
de tarea, de lección o de enseñanza.
El
velo de amnesia es demasiado fuerte, impermeable y opaco. Le veda todos los
sentidos y le pone a jugar en la radicalidad emocional de una ilusión que duele,
que penetra hacia lo hondo del ser y lo hace dudar de sí mismo, desorientándolo
y dejándose atrapar por la materia.
Quiere
escapar, pero algo le dice que todavía no es el momento. Aún le queda el último
aliento, ese soplo final que le hace resistir y mirarse a los ojos diciéndose,
cumpliré mi misión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario