Me siento tachado,
humillado, rebajado, cosificado. Un puto objeto barato instalado en el mercadeo del falso placer.
Somos seres “animalados”.
El sexo se ha
convertido en un acto de consumo prioritario en la actualidad. Nos abordan
masiva y agresivamente en los mass media (con Hollywood, sus series…) y su
publicidad “sexualizadora total”, invade nuestros sentidos, percepción y
pensamiento amaestrado.
Solo vemos SEXO por
todas partes.
Poses de hombres y mujeres bajo los cánones
de belleza dominantes actuales, en un tono “elevado”, indicando que si consumimos
aquel objeto que pretenden que adquiramos, podremos vernos más guapos, ligar más, medir
nuestra integración relacional (ser guay o cool- que paradójicamente en inglés
es ser frío ¿sexo frío? -) por el número de personas “folladas”… Es decir,
convertirnos en objetos que buscan la satisfacción de su deseo a través de la cosificación-objeto del
sexo y en último término, de la totalidad del deseo humano como
mercancía-objeto.
Esto es un proceso
brutalmente incoado, condicionado o totalmente dirigido (por el establishment institucionalizado que nos
domina) que a través del sexo, se percibe
en nuestro inconsciente una “animalización” de nuestro ser, fomentando y
potenciando que nuestro comportamiento
se base en la exteriorización de los instintos animales. Por lo cual, éstos, nos
inducen a la búsqueda “crónica” de factores externos de relación “carnal” con
los otros. Reduciendo nuestra existencia a lo siguiente: El ser SEXY para el otro (y en base al gusto –
manipulado por los mass media- del otro
me gustaré yo) constituye en la sociedad actual la aspiración máxima del
individuo que la compone.
Para mí el sexo no es eso. ¿Dónde ha quedado el afecto por uno mismo y por el otro? ¿Donde ha quedado la valoración íntima de nuestra persona? ¿Dónde ha quedado ese momento reservado para la unión de dos almas? Hoy en día, esto está aniquilado, ya no existe.
Para mí el sexo no es eso. ¿Dónde ha quedado el afecto por uno mismo y por el otro? ¿Donde ha quedado la valoración íntima de nuestra persona? ¿Dónde ha quedado ese momento reservado para la unión de dos almas? Hoy en día, esto está aniquilado, ya no existe.
El sexo se ha banalizado hasta extremos que
rozan la indignidad de lo soportable por un humano. Hoy en día el “acto” sexual,
es una forma de ocio más, una actividad en la agenda más, una instantaneidad y
ausencia de magia que se convierte en un desfogue inerte del espíritu.
Un sexo de dos cuerpos sin conexión que genera una
sensación ficticia de amor de pacotilla, que en realidad camufla una
necesidad de plenitud espiritual en la
que en nuestro tiempo asola la falta de autenticidad en la propia
individualidad como ser humano. SOMOS MASA INDIVIDUALIZADA ANIMAL.
El trasfondo de este masivo mercadeo relacional del sexo banal entre la “masa-standard”, es limitar al ser humano (tanto individuado como individualizado) mirarse hacia adentro, a renegar de la búsqueda de su espíritu, a impedir el autoconocimiento de su energía propia, la cual, le hace comprender la propia relación consigo mismo y consecuentemente la del mundo que lo rodea.
El sexo banal o el folleteo desproporcionado, es una estrategia para que el individuo busque extrínsecamente lo que intrínsecamente es incapaz de encontrar.
El trasfondo de este masivo mercadeo relacional del sexo banal entre la “masa-standard”, es limitar al ser humano (tanto individuado como individualizado) mirarse hacia adentro, a renegar de la búsqueda de su espíritu, a impedir el autoconocimiento de su energía propia, la cual, le hace comprender la propia relación consigo mismo y consecuentemente la del mundo que lo rodea.
El sexo banal o el folleteo desproporcionado, es una estrategia para que el individuo busque extrínsecamente lo que intrínsecamente es incapaz de encontrar.
Somos seres “animalados”.
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