jueves, 4 de septiembre de 2014

La nada alcohólica.


En el mundo inhumano e invivible que nos ha tocado vivir, solo nos queda una cosa: beber alcohol, mucho alcohol.

Desde la ideología dominante se nos impone, a través de una  placentera persuasión publicitario-propagandística, una cosmovisión del  mundo en cuya centralidad se encuentra  el vacío espiritual, la nada existencial, el nihilismo patológico y un hedonismo banal  e hiper-consumista, que hace de nuestra vida una amarga y cirrótica no-existencia.

Como seres nadificados,  vacios, superfluos y teledirigidos por los aparatos de dominación de la sociedad de consumo, buscamos el anhelo en lo externo como salvavidas a nuestra interna insustancialidad prefabricada, la cual, nos arroja al abismo individualista del que solo nos olvidamos cuando por nuestra garganta tragamos alcohol, mucho alcohol.

La depresión, la frustración, la desesperación,  la soledad enfermiza, la desustancialización de lo constitutivo de la esencialidad humana en detrimento de la impersonalidad y robotización automatizada,  hace que seamos seres zoológicos sin nada por lo que vivir, que buscan su auto-aniquilación a través de conductas promovidas  y socialmente aceptadas como la alcoholización masiva abusiva de nuestros días.

En la sociedad subhumanizada actual, nos han inducido, a través de la construcción y planificación de toda nuestra no-existencia,  a la autoagresión y al suicidio indirecto para programarnos como seres  esencialmente productivo-consumistas y no-pensantes, cuyo único sentido existencial es la obtención de un constante goce-placer animalizado e infantilizado, prediseñado para mantenernos dóciles, envilecidos, evadidos y alejados de nuestra verdadera naturaleza y realidad existencial.

Simplemente, bebemos para alcoholizarnos, estar embriagados, y no pensarnos a nosotros mismos.

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