sábado, 26 de julio de 2014

Periferia de lo humano.


¿Por qué ese anhelo de protagonismo? ¿De ser el centro de atención? ¿De qué se enfoquen todas las miradas en uno?

Es algo inconsciente, que lo llevamos insertado en nuestra genética y que además, se promueve social y culturalmente.

Si no estamos en el centro del puzle, no existimos. ¿Y qué hacemos con los que están en las esquinas? No sé si os habréis dado cuenta, pero es que sin éstos, no habría puzle, no existiría.

Sabiendo esto... ¿Por qué sigues una y otra vez, y otra vez, queriendo ser el protagonista en todas las acciones, el que maneja las situaciones, el que dirige las conversaciones de los demás, el que sin ti, nada existe?

Este es el individuo actual, un hiper-narcisista pendiente de la aprobación y reconocimiento externo, y que si no lo tiene, se auto-exculpa y piensa que siempre el problema son los demás.

Ha llegado el momento, de coger el timón de nuestra propia vida y responsabilizarnos de lo que realmente somos.

El primer paso es mirarnos hacia adentro, quedarnos en las profundidades de nuestra psique y abrazar nuestra sombra, esa que nos hace sufrir, que nos hace comportarnos como un automatismo infantil y regresivo.

Las máscaras (nuestra personalidad- más de una-) que utilizamos esconden nuestro niño interior, al punto de arrinconarlo hacia la esquina más lúgubre de nuestro corazón, y despojarlo de toda alegría, vitalidad y energía por vivir.

Siempre mediatizados por el dinero y el comportamiento individualista-posesivo, las relaciones humanas se limitan a superficiales transacciones comerciales, a un uso de las personas como un mero servicio de satisfacción propia de una necesidad-deseo artificial  inducida externamente.

Dolidos y heridos en nuestro orgullo, este comportamiento de vida (en el que todos y cada uno de nosotros construimos cada día) nos relega al anonimato, a la desaparición, a la extinción de la presencia humana.

Somos serviles de un “sujeto automático” que nos piensa, que actúa por nosotros, que decide todas las cuestiones que nos atañen, sin que nos demos cuenta de su existencia.

Hace falta una profunda reflexión sobre nuestra “necesidad” de estar presentes en este sistema, queriendo siempre participar de las limosnas que nos ofrece.

¿En realidad nuestras quejas son producto de esa herida narcisista?¿Quizás, nos quejamos porque nos gustaría participar y estar en el “centro” de este miserable sistema? ¿Somos tan poca cosa que después de siglos y siglos de esfuerzo, nos conformamos con las migajas materiales (sin rastro de espiritualidad) que nos  ha proporcionado el sistema? ¿Y ahora que hacemos que ya no hay ni esas migajas…?

 ¿Qué tal si esta vez, nos adentramos en nosotros mismos y miramos quienes somos en realidad? ¿Verdaderamente actuamos desde nuestra propia esencia o desde un sistema/programa impuesto genética y culturalmente?

miércoles, 9 de julio de 2014

Infraseres autonarcisistas.

El individuo actual es incapaz de adquirir un compromiso a medio/largo plazo, y menos aún, responsabilizarse de sus acciones.
Motivado por la desidia, languidez y letargo extremo, actúa por inercia, sin pararse a pensar si lo que hace, en realidad lo hace él mismo, o es simplemente un comportamiento porque sí, y punto.
No hay cuestionamiento ético de las propias acciones, se inician proyectos (en el caso de que así sea, ya que en la actualidad, ni eso) en el que las personas involucradas simplemente velan por sí mismos y por sus intereses, sin tener en cuenta a las demás personas (ya que si no se ha dado cuenta, también son sujetos con necesidades, deseos, aspiraciones y motivaciones)
El individuo de hoy, vive en un autonarcisismo que le hace ser incapaz de sentir alteridad, esto es, ver al otro como un “otro” diferente de sí mismo, como un sujeto del cual puede obtener una experiencia más allá de sí mismo.
Esto, hoy no es posible, el autoenamoramiento e hipersubjetividad ególatra del individuo hace imposible la formación y consolidación relacional-grupal, lo cual, implica un deterioro de la convivencialidad y unión entre los individuos y la comunidad en su conjunto.

¿Por qué esta egolatría del individuo contemporáneo?
Tal vez, sea porque necesita de una actitud tal (o al menos en apariencia - lo cual constituye una ilusión igualmente- ), ya que si no, se perdería en el océano de insignificancia y nadificación que produce el sistema, generando, a su vez, infra-seres solitarios y atomizados.
Se ha perdido lo esencial de lo humano, es decir, el encuentro con el otro.
Ya no hay fusión, ni experiencia intima, ni capacidad de creación creativa conjunta.

Lo único que nos queda es acudir a un individualismo del “sálvese quien pueda”, ya que nadie nos va a solucionar nada, excepto nosotros mismos ( y dado el estado de cosas actual, lo dudo).

domingo, 6 de julio de 2014

Destino y origen del ser humano: luz


¿Por qué estamos aquí? Por más que me lo pregunto, no hay respuesta que alivie esta angustia de desconocer mi origen.

¿Por qué no recordar quienes somos en realidad? ¿Por qué nos disfrazamos con un avatar-biológico sustituto y con una mente que no es nuestra?

¿Por qué poseemos la dualidad en nosotros mismos? ¿Por qué existen esas poderosas contradicciones internas en nuestra naturaleza?

¿Cuál es el propósito de nuestra existencia?

¿Evolucionar?

Pero, sino recordamos quienes somos, ni de dónde venimos, ni adónde vamos…¿Qué sentido tiene?

No somos conscientes de las experiencias de los ciclos de vidas que hemos experimentado…y ¿Por qué ser conscientes de nuevo, cada vez que entramos a un cuerpo distinto?  ¿Por qué no recordar que es aquello que hicimos, para no repetirlo eones de veces y evolucionar más rápido?

¿Cómo salir de esta esclavitud infinita de nuestras almas? ¿Hay solución? ¿Conseguiremos el objetivo que nos marcamos antes de ingresar a este enésimo cuerpo?

¿Cuál es ese objetivo?...Tal vez… ¿Recordar quienes somos en realidad?, pero ¿Cómo lo hacemos?

Aquí se acabaron las preguntas de la mente, y solo vale responder con el corazón.

Tenemos que conocernos a nosotros mismos, la verdadera lucha no está en tus proyecciones holográficas externas, los demás son producto de tu inconsciente que aflora para que observes las profundidades de tu interior.

La lucha real no está sino en ti mismo.

La lucha es con uno mismo, resistir a la dualidad interna, a nuestras contradicciones inherentes, a los ataques energéticos inducidos sutilmente a nuestra genética.

La clave está en darnos cuenta de quienes somos en realidad, ¿Estamos actuando nosotros, o actúan por nosotros y creemos que somos realmente nosotros?

Y esto, no es solo la brutal programación y condicionamiento de las estructuras socio-económicas e ideológicas que nos invaden, sino que está dentro de nosotros, en nuestra propia genética.

Debemos auto-observarnos a cada instante, para reconocer la activación de nuestra parte negativa, la cual, nos genera ira, odio, envidia, celos, guerra, egoísmo, irresponsabilidad, competitividad, cálculo y racionalidad extrema, falsedad, enfermedad,  dudas y miedos irracionales, estrés, depresión, tristeza, cansancio, abatimiento, letargo, vagueza, angustia y aburrimiento.

Esto es, TODO en este holograma está diseñado para exaltar o activar esa parte constitutiva de nuestra naturaleza biológica, y generar la desunión de nosotros mismos y de los demás.

El desafío de los humanos, es aceptar nuestra naturaleza (impuesta) e intentar trascender esa dualidad de ida y vuelta, activando permanentemente  nuestra parte lumínica, la correspondiente a la comprensión, la inocencia, la empatía, la salud, el equilibrio emocional, la convivencia armónica, la paz, la alegría,  la honestidad, la belleza, la verdad, la plenitud,  la misericordia, la responsabilidad, la justicia, la consonancia con las leyes de la naturaleza, la libertad del desarrollo pleno del libre albedrío y el amor.

Esta, es la parte lumínica que constituye nuestro verdadero ser. Somos luz, y ese es nuestro origen y nuestro destino, la unión con nuestro verdadero ser.

Debemos activar la luz que hay en nosotros para salir de la eterna oscura noche del alma en la que estamos inmersos.

Abracemos la vida (del universo) en su totalidad, elijamos el desarrollo de la luz, para alumbrar la oscuridad que nos asola.
Vibremos alto, seamos alegres para con los demás, y lo seremos con nosotros mismos.
Todos venimos de la misma fuente y todos, sin excepción, llegaremos a ella.

Nuestra verdadera lucha, está en resistir los embistes de la oscuridad, debemos cultivar la fortaleza interior para no sucumbir en sus ataques. Para ello es necesario ser conscientes y estar atentos de nuestro comportamiento. Es muy importante.


Solo estamos a un paso para conseguir nuestra liberación definitiva. Están acorralados, ya no les quedan más planes, más recursos para retenernos.

Nosotros estamos brillando, somos la cerilla que ilumina la habitación oscura. Ya vemos la puerta, solo falta encontrar la llave que abra la cerradura y salir hacia la luz.

Trascenderemos los limites de esta prisión, volveremos a ser, aquello que algún día fuimos en su plenitud, y que aún hoy seguimos siendo, luz.