domingo, 27 de octubre de 2013

Lodo lumínico.

Nubes de polvo destornillan los tapones que cubren nuestros oídos. El silencio que asola nuestra calma se está tornando en un terror incontrolado de odio.

Acumulando nuestra ira, como liquido hirviente en ebullición, a punto de explotar del recipiente. Estamos rebosantes de energía. De poder. Reservando nuestras habilidades para el gran acto: la gran culminación del camino que estamos construyendo.

Caminamos sin parar, sin pausa, con tremenda carga sobre nuestras espaldas, con espeluznante dolor en nuestros pies.
Siempre la cabeza alta, mirando hacia el horizonte, atisbando rasgos de luz dentro de la nublosa calima.
Podemos alcanzarlo, debemos conseguirlo. Pero primero, cubriremos nuestros ojos hasta que la tormenta nos inunde de barro.  

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