lunes, 30 de diciembre de 2013

Remontar nuestra realidad.

¿Qué dirección tomar? ¿Qué camino seguir?

Si nos movemos por la ilusión, nos estaremos engañando a nosotros mismos.
¿Cuáles son nuestros objetivos? Todo los que nos han prometido se han desmoronado como una pirámide de naipes.
Nos creímos sus mentiras, las hicimos nuestras, quisimos anhelar todo aquello que nos ofrecían…y ¿ahora qué?

Una pandilla de ilusos hasta decir basta. Nosotros somos los creadores de esas mentiras, no echemos la culpa a nadie, nuestro ego nos miente una y otra vez, auto-engañándonos constantemente, sin cesar.


Creemos estar en consonancia con nuestro pensamiento, nuestro sentimiento y nuestro comportamiento, pero no, siempre hay uno de ellos (por no decir los tres) que está desalineado completamente del eje uniforme en el que deberían permanecer.

El vacío nos hace pensar en nada, sentir en nada, y hacer en nada, somos nada. No sabemos si tirar para un lado u otro, no conocemos la certidumbre de nuestros actos, de nuestro impulso verdadero que materializa nuestra –real- realidad.

Sumidos en el ocaso de nuestra existencia, preferimos distraernos en la banalidad y superfluidad de los placeres hedonistas, buscando la inmediatez de la ilusión que nos llene el hueco que deja nuestra necesidad.

Somos seres carenciados, incompletos, inacabados, que  siempre maltrechamente persiguen, un segundo de felicidad en lo equivocado, en lo erróneo, en lo falso, en lo alejado del exterior de nosotros mismos, en las cosas que no dependen de nuestra voluntad.

Por un instante, mantén la mente en blanco, que tu inconsciente no te bombardee de imágenes programadas en asuntos vacuos propios de la cotidianeidad, que nada te perturbe, no te alteres, pon en consonancia tu pensamiento, sentimiento y comportamiento, y, respira una vez más, y las veces que hagan falta, hasta que tu mente sea incapaz de generar sueños o ensoñaciones ficticias.

Llegará un momento, en el que dejarás de ser otro, y comenzarás a crear tu propia realidad y entonces,  comprenderás,  que tú eres realmente quién manda en ti mismo
 

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